Buenos
días a todos:
El informe del Director General de la Organización
Internacional del Trabajo nos ha fijado un verdadero punto de referencia.
Para todos es claro que el mundo cambió dramáticamente
después del 2009 y que las consecuencias en el mercado laboral
fueron drásticas.
Hoy, más que nunca, la generación de empleo debe y
puede ser una meta nacional en cada uno de nuestros países.
Debe ser un valor colectivo supremo. Es la expresión más
humana de toda política económica. La creación
de fuentes de empleo, en la economía formal, tiene que ser
un objetivo del Estado en su conjunto y no sólo de los gobiernos.
El año pasado mostró la crudeza de un sistema global
que, por igual, beneficia y contagia. Muchos de nuestros países
fuimos ajenos a las causas de la crisis económica internacional
y, sin embargo, pagamos caro las consecuencias de las mismas.
En México, además de la crisis financiera global,
sufrimos el embate de la aparición del nuevo virus A/H1-N1;
de la caída en la producción y en los precios internacionales
de petróleo; de una de las mayores sequías en la historia
moderna del país, además de tener que enfrentar el
desafío de la delincuencia organizada, un cáncer largamente
despreciado.
Con todo, más temprano de lo pronosticado por muchos, hemos
comenzado a salir adelante. Retomamos ya el crecimiento económico
y la generación de empleo. Y ello ha sido posible por tres
factores fundamentales: el primero, asociado al manejo responsable
de las finanzas públicas que nos permitió mantenerlas
en equilibrio; el segundo, la puesta en marcha de una serie de medidas
contracíclicas que sirvieron para paliar los efectos negativos
de la crisis; y, el tercero (y no menos importante) un diálogo
social maduro y fructífero entre los factores de la producción
y con nuestro gobierno.
Así, los resultados están a la vista: en el primer
trimestre del año, reportamos un crecimiento en el producto
interno bruto del 4.3 por ciento mientras que, tan sólo en
lo que va de este año, creamos más de 445 mil empleos
directos, netos, con nombre y apellido, en la economía formal,
habiendo descontado ya las bajas en el mercado laboral formal. Es
éste el mejor indicador para un periodo similar en la historia
de nuestro país.
De igual forma, la tasa de desocupación, que al mes de abril
reportó un 5.42 por ciento, sigue siendo una de las tres
más bajas de entre los países de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la
OCDE.
Pero nada de esto es casual. Como bien señala el Director
General de la Organización, muchos de los gobiernos de los
países que somos parte de la misma, nos hemos visto obligados
a adoptar medidas drásticas para seguir generando empleos
y atraer inversiones.
Es el caso de México. El año pasado, al tiempo de
enfrentar todas las contingencias antes señaladas nos vimos
obligados a emprender dos acciones amargas: la extinción
de un organismo altamente costoso e ineficiente en la prestación
del servicio público de energía eléctrica (Luz
y Fuerza del Centro), y el establecimiento de nuevas contribuciones
para la sociedad. En ambos casos se actuó con un profundo
sentido de responsabilidad y congruencia. Era menester generar ingresos
y ahorros para, sin incurrir en un déficit público
peligroso o inmanejable, se pudiese hacer frente a un gasto social
creciente.
Y como bien dice Juan Somavía, no es posible ni recomendable
retirar, de golpe, los apoyos orientados a paliar los efectos negativos
de la crisis económica global. Esto es, si bien la recuperación
en el crecimiento económico y en el empleo asoma, sería
irresponsable ignorar la secuela natural de una crisis como la que
vivimos el año pasado y no emprender las acciones preventivas,
subsidiarias y correctivas, en nuestros distintos y respectivos
ámbitos de jurisdicción, tan necesarias para una conducción
responsable y prudencial en el manejo de las finanzas y la economía.
En todo caso, el diálogo social es condición básica
para preservar la paz laboral y para emprender medidas de coyuntura
y para retomar el camino del crecimiento. En nuestro país
no sólo creemos en ello sino que lo ponemos en práctica
a diario. Gracias al diálogo social el tripartismo se ha
fortalecido en las instituciones de seguridad y previsión
social. Es con el diálogo social que, por igual, se profundiza
en las tareas propias del trabajo decente como en el terreno de
la productividad laboral.
En ese contexto de entendimiento y responsabilidad compartida entre
empleadores, trabajadores, sindicatos y grandes centrales obreras
que, a pesar de las dificultades económicas señaladas,
el año 2009 será recordado por ser el que registró
el menor número de huelgas en la historia moderna de México.
Los emplazamientos y revisiones, tanto contractuales como salariales,
se dieron en un marco de respeto y conciencia entre verdaderos aliados.
Y para toda regla, hay excepción. En días pasados
fue superado un largo paro de labores que afectaba a la principal
y emblemática mina de cobre en nuestro país, Cananea.
Ese paro obedeció a motivos que iban más allá
de lo estrictamente laboral. Afortunadamente, tal episodio ha quedado
atrás pues se han agotado las instancias legales y se han
anunciado inversiones multimillonarias para la próxima rehabilitación
y operación de la mina.
En éste caso como en el relativo a la extinción de
Luz y Fuerza del Centro, por complejos y trascendentes que hayan
sido, el gobierno mexicano ha actuado con estricto apego a la ley
y con pleno respeto a los derechos de los trabajadores.
Señoras y señores:
En consonancia con el informe del Director Somavía, el gobierno
del Presidente Felipe Calderón busca darle mayor competitividad
a nuestra economía para, así, incentivar la llegada
de más inversiones y la creación de muchas más
fuentes de empleo. Creemos también la productividad laboral
como la base para generar más riqueza y mejorar el ingreso
de los trabajadores. Y nos empeñamos a diario por alcanzar
condiciones óptimas para el trabajo decente.
De ahí que, para alcanzar estos objetivos y facilitar el
acceso al mercado laboral y hacerlo más eficiente, en el
marco del diálogo social y con pleno respeto a los derechos
fundamentales de los trabajadores, tanto individuales como colectivos,
nos hemos propuesto reformar la legislación laboral de nuestro
país.
En todo caso, México honrará y hará respetar
siempre los convenios, criterios y recomendaciones de la Organización
Internacional del Trabajo.
Muchas gracias.
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