
Comparezco ante esta soberanía con motivo
del Tercer Informe de Gobierno del Presidente de los Estados Unidos
Mexicanos, Licenciado Felipe Calderón Hinojosa y además
con absoluta convicción de la importancia que tiene la división
y equilibrio entre poderes y, desde luego, en la colaboración
y respeto que debe prevalecer entre estos.
Como todos sabemos, el periodo de gobierno a que
nos referimos fue marcado por la incursión de una serie de
emergencias que tuvo nuestro país contingencias ajenas al
trabajo de los mexicanos y a sus gobiernos.
En efecto, a lo largo de estos pasados 12 meses
hemos sufrido el embate de la mayor crisis financiera de la que
se tenga memoria en el mundo, los últimos 80 años,
y la innegable repercusión que tuvo sobre la economía
de México, precisamente por la interdependencia por los Estados
Unidos de América con Canadá. Ocho de cada diez de
nuestras exportaciones van a para allá; ocho de cada diez
turistas vienen de esa región, y las remesas han constituido
también en los últimos tiempos la segunda fuente de
ingreso de divisas a nuestro país.
Y tal como ocurrió en la mayoría
de los países de nuestros socios comerciales, el Producto
Interno Bruto de México sufrió una severa caída,
se perdieron cientos de miles de empleos, y a diferencia a lo que
pasaba en otros momentos los estados del norte del país tuvieron
un descalabro importante, precisamente por estar más orientados
a las manufacturas, a la maquila de exportación.
Y en cambio, en cambio los estados más orientados
hacia el comercio, los servicios y el turismo, tuvieron un mejor
desempeño.

Sin embargo, como ustedes recuerdan, casi a finales
de abril tuvimos también la irrupción de una seria
amenaza en materia de seguridad de salud pública, que fue
un brote atípico de influenza, la aparición de este
nuevo virus AH1N1, que nos obligó a adoptar una serie de
medidas en los ámbitos económico y laboral del país.
Y ahí se inscribe también, por cierto, la guía
de recomendaciones para los centros de trabajo.
Esta emergencia agravó la situación
económica, que de por sí ya padecíamos, y los
sectores que habían salido mejor librados, es decir, el comercio,
los servicios y el turismo tuvieron entonces una severa caída.
Afortunadamente más temprano que tarde y
gracias al esfuerzo de toda la sociedad, de los sectores productivos,
de los gobiernos pudimos superar esa contingencia.
Ante los primeros signos de la evidencia de esta
crisis económica tan grave, se suscribió, como recordarán,
el 7 de enero pasado, el Acuerdo Nacional para la Economía
Familiar y el Empleo; con la participación de representantes
de los poderes de la unión, de los gobiernos locales, de
los sectores productivos.
Y ese Acuerdo Nacional tuvo, entre otros capítulos,
en vinculado con el empleo. Un nuevo programa de empleo temporal
ampliado a zonas urbanas, el servicio nacional de empleo fortalecido
y también un nuevo programa de preservación de empleo,
llamado de “paros técnicos”.

Estos programas, en su conjunto, significaron un
apoyo a un millón y medio de mexicanos, ya sea preservando
su trabajo o bien consiguiéndoles uno o dándoles capacitación.
Un millón y medio de mexicanos con ingreso y actividad productiva,
con una inversión de 4 mil millones de pesos.
Así las diversas acciones que integraron
este acuerdo, lo que nos permitieron fue palear o mitigar los efectos
de la crisis; porque mientras la caída del Producto Interno
Bruto en los primeros seis meses de este año fue cercana
al diez por ciento analizado, la caída en el empleo con los
registros del Instituto Mexicano del Seguro Social fueron por menos
del dos por ciento para ese mismo periodo.
Y esto compara además muy favorablemente
con lo que ocurrió en la crisis de 1995, donde para ese mismo
periodo se había perdido ya el diez por ciento del total
de los empleos formales registrados ante el Instituto Mexicano del
Seguro Social.
En pocas palabras, en ausencia de la disciplina
fiscal, la disciplina en el manejo de las finanzas públicas
y de la aplicación también de estos programas contra
cíclicos, seguramente las consecuencias en materia de empleo
hubieran sido mucho más delicadas para nuestro país.
En otro orden de ideas, quiero aprovechar esta
oportunidad para hacer referencia a los principales resultados,
derivados de los programas y acciones de la Secretaría a
mi cargo, que han estado sustentados fundamentalmente en los tres
ejes rectores: Promoción, conciliación y legalidad.

1.- El índice de efectividad en cuando a
conciliación se refiere, nos muestra que tenemos 99 por ciento
de éxito en la conciliación en las negociaciones contractuales
o salariales.
Esto significa que es esta la administración
con el menor número de huelgas en los últimos cuatro
gobiernos. Pero esto fundamentalmente es debido al sentido de responsabilidad
de los sectores productivos.
2.- Por primera vez se encuentran en internet todos
los contratos colectivos de trabajo, todos los registros sindicales
y pueden ser consultados por cualquier persona, siempre y cuando
sea de jurisdicción federal estos contratos-.
3.- El Servicio Nacional de Empleo ha tenido un
desempeño record. Más de 2 millones de mexicanos en
esta administración han recibido algún tipo de beneficio
a través de este mecanismo.
4.- Más de 45 mil personas, en un programa
que lleva, por cierto, 35 años ya de existencia, el Programa
de Empleo Temporal para Trabajadores Agrícolas, con Canadá,
ha beneficiado a este número de mexicanos.
5.- Por primera vez en la historia también
tenemos una estrategia integral para jornaleros agrícolas,
tanto para sus trabajadores como para sus familias.
6.- Por primera vez también en la historia
tenemos junto con INEGI un módulo de trabajo infantil, es
decir, una estadística pormenorizada, detalla a nivel de
entidad federativa para saber cuántos niños cuántos
jóvenes están trabajando en nuestro país, en
qué tipo de actividades y en qué condiciones.
7.- Por primera vez en la historia se cuenta con
un Acuerdo Nacional para la Productividad Laboral.
8.- Tenemos una nueva Norma Oficial Mexicana para
minas de carbón.
9.- Tenemos 72 por ciento más de inspectores
que cuando iniciamos esa administración, para la inspección
federal del trabajo, y el Programa de Autogestión de Seguridad
y Salud en el Trabajo ha traído como consecuencia que quienes
están inscritos en ese programa tienen un 86 por ciento menos
accidentes que el promedio nacional.

Con todo soy el primero en reconocer que lo que
tenemos en el Sector Laboral no es suficiente ni satisfactorio.
El bajo nivel de generación de empleos, la tasa de desocupación
tan elevada, la excesiva participación en el sector informal,
la evidente discriminación de género y hacia grupos
vulnerables, la persistencia de trabajo infantil, el insuficiente
nivel de ingreso promedio y del salario mínimo, la ausencia
de una verdadera cultura de productividad laboral, los flujos migratorios
obligados hacia los Estados Unidos y el rezago de la justicia laboral
son sólo algunos aspectos de este cambio estructural que
hoy nos atañe para darle mayor competitividad a nuestra economía
en su conjunto.
Los bajos índices de competitividad significan
en pocas palabras menos inversiones y menos empleos, y por eso es
que el Presidente de la República, Felipe Calderón,
nos ha llamado a todos el 2 de septiembre pasado a transformar a
México con decisiones profundas, valientes, porque los recursos
y el tiempo se acaban.
Porque más allá de la inminente superación
de la crisis los datos de empleo de los últimos cuatro meses
así lo van mostrando, lo que tenemos es que encontrar mecanismos
para volver a crecer, para generar más empleos y para darle
oportunidades a nuestros jóvenes, precisamente eliminando
las rigideces que tenemos en el mercado laboral.
De ahí que resulte de la mayor importancia
emprender una reforma laboral que nos permita sin trastocar ninguno
de los derechos fundamentales, individuales y colectivos del Artículo
123 Constitucional, nos permita abrir espacios a la contratación
a nuestros jóvenes y mujeres para darle mayor productividad
al trabajo y mayor competitividad a nuestra economía.
Y desde luego saludo a esta legislatura, me pongo
a sus apreciables órdenes, para que cuando ustedes consideren
que es la oportunidad o la conveniencia de discutir sobre este tema
estaré dispuesto a hacerlo con el respeto debido a su investidura.
Señoras y señores legisladores, quiero
expresar a los integrantes del sector obrero, aquí representados
y el sector campesino, mi más profundo respeto a ustedes,
por la autonomía sindical, por su contratación colectiva,
por su libertad sindical, por su derecho de huelga que habremos
de saber respetar hoy y siempre.
Estoy dispuesto a seguir la interlocución
respetuosa que hasta ahora hemos tenido con ustedes, de la misma
manera en que me comprometo a buscar incansablemente un sano equilibrio
entre los factores de la producción y con ese sano equilibrio
el bien común y la justicia social.
Sé bien que esta comparecencia transcurre
mientras hay una discusión amplia en la opinión pública
sobre la extinción de Luz y Fuerza del Centro. Se trata de
una decisión ciertamente difícil y que sobre todo
afecta a quienes tenían un empleo y lo perdieron de un día
para otro. Y sin embargo, no tengo la menor duda acerca de la legalidad,
legitimidad, oportunidad y sobre todo de la conveniencia para la
economía nacional y el interés público de la
nación.
Por su atención, muchas gracias.
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