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Discursos
98º Reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo de la Organización Internacional de Trabajo

Palabras del Secretario Javier Lozano Alarcón
Secretaría del Trabajo y Previsión Social
12 de junio de 2009

Buenos días a todos, señoras y señoras delegados.

La conferencia que nos reúne este año se desarrolla en el contexto de una recesión mundial sin precedente en las últimas décadas.

Desafortunadamente, no sólo estamos hablando de consecuencias funestas en el ámbito financiero sino de afectaciones profundas en la economía real, en el empleo y en el ingreso de los trabajadores.

Es por ello que algunas voces se pronuncian por cerrar fronteras, repensar la globalización, y volver al proteccionismo y a una intervención excesiva del Estado en los procesos productivos. No estamos de acuerdo.

Por el contrario. Hoy más que nunca debemos fortalecer los regímenes que privilegian las libertades, la propiedad privada y su debida protección jurídica; el libre mercado y la competencia efectiva; la democracia y el respeto a la dignidad humana; la productividad y la competitividad de las economías.

Todo ello puede y debe ser siempre compatible con el respeto y protección de los derechos fundamentales de los trabajadores, tanto individuales como colectivos, con el -Trabajo Decente y con el cuidado al medio ambiente.

Ciertamente, debemos reforzar las áreas de regulación económica para evitar abusos, distorsiones y barreras artificiales a la inversión y a la competencia en los mercados. Pero, también, debemos ser sensibles y cercanos a la gente para detectar aquellas áreas y segmentos sociales donde el mercado no alcanza, para que sea entonces la mano generosa, solidaria y subsidiaria del Estado la que lleve oportunidades y satisfactores a la gente más necesitada.

Y si bien la crisis económica, con todos sus nocivos efectos, es nuestra principal preocupación en estos momentos, no debemos perder de vista que, como toda crisis, su alcance es temporal y que, en un futuro no tan lejano, hemos de emprender de nueva cuenta el camino del crecimiento y del empleo.

Los desafíos que enfrentan hoy nuestras naciones, en el contexto de la recesión mundial, pueden llevarnos, en el extremo, a una mayor informalidad en la economía; al aumento de la explotación infantil; a un creciente desempleo entre los jóvenes recién egresados de las universidades y a la precarización del trabajo. Se corre el riesgo de regresar a niveles de ingreso y de pobreza que superamos hace, al menos, una década.

Es mucho, pues, lo que está en juego. Eso nos obliga a actuar rápido y bien. Y, en eso, la cooperación internacional es útil y pertinente. Por eso estamos aquí.

Comparto con ustedes la experiencia reciente de México. Hemos vivido, en los últimos tiempos, tres situaciones emergentes de naturaleza y magnitudes distintas: la de seguridad pública, la contingencia sanitaria y la recesión económica mundial.

Por un lado, el Presidente Felipe Calderón ha decidido combatir al narcotráfico y al crimen organizado como no lo había hecho nadie en la historia de nuestro país. El peligro de este cáncer que invade territorios, instituciones, que desafía al Estado de Derecho y que constituye una amenaza para la salud pública, la seguridad interna y la gobernabilidad obliga a una actuación firme y sin titubeos. Además, seguridad pública significa también seguridad jurídica para la inversión y, por tanto, para la generación de empleos.

De otra parte, la pandemia causada por la aparición repentina de un nuevo virus de la influenza humana, cuyos primeros brotes ocurrieron en México, llevó al gobierno de la república a una rápida, eficaz, pertinente y transparente actuación en momentos de gran incertidumbre mundial sobre su alcance y peligrosidad.

Sin embargo, las consecuencias económicas que esta emergencia sanitaria trajo consigo, sobre todo en el turismo internacional, son severas. De ahí que, recientemente, el Presidente Calderón haya anunciado medidas de apoyo emergentes para empresarios y trabajadores del sector turismo, con objeto de compensar la pérdida de gran parte de sus ingresos.

Asimismo y al igual que la mayoría de nuestras naciones, México padece los efectos de una recesión económica mundial que no provocó pero que, afortunadamente, está mejor preparado para enfrentar.

Gracias a la disciplina en el manejo de las finanzas públicas, (a los adecuados niveles y plazos de endeudamiento, a la suficiente capitalización de nuestros bancos, a la acumulación de reservas internacionales, al manejo responsable de la política monetaria que ha evitado que la inflación se desborde y al diálogo social que permite la revisión periódica de salarios y contratos colectivos en un marco de responsabilidad entre los factores de la producción) hemos abierto espacios presupuestales para una inversión histórica en infraestructura, para otorgar más crédito que nunca a la pequeña y mediana empresa y para el congelamiento y reducción de los precios de los energéticos, al tiempo de reducir el gasto corriente del gobierno federal.

De igual manera, se han inyectado más recursos y se ha beneficiado a más gente para superar niveles históricos en el Programa de Empleo Temporal y del Servicio Nacional de Empleo, mediante mecanismos de vinculación, apoyo para proyectos de autoempleo, capacitación para el trabajo y movilidad tanto interna como externa.

Con todo, sabemos bien que estas medidas sirven para mitigar los efectos nocivos de la desaceleración económica mundial pero que no son suficientes para superar la crisis y retomar la senda del crecimiento sustentable. Sin embargo, en ausencia de estas acciones, las repercusiones en el empleo y en el ingreso de los trabajadores y sus familias, seguramente serían mucho más graves y profundas.

Más temprano que tarde, la recuperación vendrá. Y entonces, nos tendremos que concentrar en la agenda de competitividad y en sacar adelante las reformas estructurales pendientes, para promover inversiones y generar más empleos.

Señoras y señores:

Hoy es el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. En la medida en que el mercado ofrezca oportunidades de empleo y desarrollo para los adultos, es decir, para los padres y madres de familia, menor será la probabilidad de que niñas y niños dejen las aulas y se vean forzados a trabajar y, en el extremo, sean objeto de explotación.

Contra el trabajo infantil, siempre será mejor combatir sus causas que los efectos que produce. Ello tiene que ver con la igualdad de oportunidades y el desarrollo armónico de la persona.

Peor aun que la crisis económica es la crisis de valores y de confianza.

No abandonemos, por la coyuntura, el valor que representa el Trabajo Decente en el mundo laboral.

Hagamos de la conciliación la base del entendimiento entre el sector obrero y el empresarial, y privilegiemos, en estos momentos, la fuente de trabajo, el poder adquisitivo de los trabajadores y la paz laboral.

Que la legalidad sea el piso y el techo dentro del cual crezca la productividad en las relaciones laborales para generar más riqueza y repartirla de manera equitativa.

Que sea el empleo causa y motivo; que sea el centro sobre el que graviten todas nuestras acciones, decisiones y políticas públicas en materia económica.

Y que el diálogo social sea, hoy y siempre, el espacio común del tripartismo. El punto de unión donde confluyan y armonicen los talentos, capacidades e intereses de trabajadores, de empleadores y de nuestros gobiernos.

México está presente.

Por su atención, muchas gracias.


Última modificación: Viernes, 16 Octubre, 2009 5:05 PM por WebMaster .