Palabras
del Secretario Javier Lozano Alarcón
Secretaría del Trabajo y Previsión Social
12 de junio de 2009

Buenos días a todos, señoras y señoras
delegados.
La conferencia que nos reúne este año
se desarrolla en el contexto de una recesión mundial sin
precedente en las últimas décadas.
Desafortunadamente, no sólo estamos hablando
de consecuencias funestas en el ámbito financiero sino de
afectaciones profundas en la economía real, en el empleo
y en el ingreso de los trabajadores.
Es por ello que algunas voces se pronuncian por
cerrar fronteras, repensar la globalización, y volver al
proteccionismo y a una intervención excesiva del Estado en
los procesos productivos. No estamos de acuerdo.
Por el contrario. Hoy más que nunca debemos
fortalecer los regímenes que privilegian las libertades,
la propiedad privada y su debida protección jurídica;
el libre mercado y la competencia efectiva; la democracia y el respeto
a la dignidad humana; la productividad y la competitividad de las
economías.
Todo ello puede y debe ser siempre compatible con
el respeto y protección de los derechos fundamentales de
los trabajadores, tanto individuales como colectivos, con el -Trabajo
Decente y con el cuidado al medio ambiente.
Ciertamente, debemos reforzar las áreas
de regulación económica para evitar abusos, distorsiones
y barreras artificiales a la inversión y a la competencia
en los mercados. Pero, también, debemos ser sensibles y cercanos
a la gente para detectar aquellas áreas y segmentos sociales
donde el mercado no alcanza, para que sea entonces la mano generosa,
solidaria y subsidiaria del Estado la que lleve oportunidades y
satisfactores a la gente más necesitada.
Y si bien la crisis económica, con todos
sus nocivos efectos, es nuestra principal preocupación en
estos momentos, no debemos perder de vista que, como toda crisis,
su alcance es temporal y que, en un futuro no tan lejano, hemos
de emprender de nueva cuenta el camino del crecimiento y del empleo.
Los desafíos que enfrentan hoy nuestras
naciones, en el contexto de la recesión mundial, pueden llevarnos,
en el extremo, a una mayor informalidad en la economía; al
aumento de la explotación infantil; a un creciente desempleo
entre los jóvenes recién egresados de las universidades
y a la precarización del trabajo. Se corre el riesgo de regresar
a niveles de ingreso y de pobreza que superamos hace, al menos,
una década.
Es mucho, pues, lo que está en juego. Eso
nos obliga a actuar rápido y bien. Y, en eso, la cooperación
internacional es útil y pertinente. Por eso estamos aquí.
Comparto con ustedes la experiencia reciente de
México. Hemos vivido, en los últimos tiempos, tres
situaciones emergentes de naturaleza y magnitudes distintas: la
de seguridad pública, la contingencia sanitaria y la recesión
económica mundial.
Por un lado, el Presidente Felipe Calderón
ha decidido combatir al narcotráfico y al crimen organizado
como no lo había hecho nadie en la historia de nuestro país.
El peligro de este cáncer que invade territorios, instituciones,
que desafía al Estado de Derecho y que constituye una amenaza
para la salud pública, la seguridad interna y la gobernabilidad
obliga a una actuación firme y sin titubeos. Además,
seguridad pública significa también seguridad jurídica
para la inversión y, por tanto, para la generación
de empleos.
De otra parte, la pandemia causada por la aparición
repentina de un nuevo virus de la influenza humana, cuyos primeros
brotes ocurrieron en México, llevó al gobierno de
la república a una rápida, eficaz, pertinente y transparente
actuación en momentos de gran incertidumbre mundial sobre
su alcance y peligrosidad.

Sin embargo, las consecuencias económicas
que esta emergencia sanitaria trajo consigo, sobre todo en el turismo
internacional, son severas. De ahí que, recientemente, el
Presidente Calderón haya anunciado medidas de apoyo emergentes
para empresarios y trabajadores del sector turismo, con objeto de
compensar la pérdida de gran parte de sus ingresos.
Asimismo y al igual que la mayoría de nuestras
naciones, México padece los efectos de una recesión
económica mundial que no provocó pero que, afortunadamente,
está mejor preparado para enfrentar.
Gracias a la disciplina en el manejo de las finanzas
públicas, (a los adecuados niveles y plazos de endeudamiento,
a la suficiente capitalización de nuestros bancos, a la acumulación
de reservas internacionales, al manejo responsable de la política
monetaria que ha evitado que la inflación se desborde y al
diálogo social que permite la revisión periódica
de salarios y contratos colectivos en un marco de responsabilidad
entre los factores de la producción) hemos abierto espacios
presupuestales para una inversión histórica en infraestructura,
para otorgar más crédito que nunca a la pequeña
y mediana empresa y para el congelamiento y reducción de
los precios de los energéticos, al tiempo de reducir el gasto
corriente del gobierno federal.
De igual manera, se han inyectado más recursos
y se ha beneficiado a más gente para superar niveles históricos
en el Programa de Empleo Temporal y del Servicio Nacional de Empleo,
mediante mecanismos de vinculación, apoyo para proyectos
de autoempleo, capacitación para el trabajo y movilidad tanto
interna como externa.
Con todo, sabemos bien que estas medidas sirven
para mitigar los efectos nocivos de la desaceleración económica
mundial pero que no son suficientes para superar la crisis y retomar
la senda del crecimiento sustentable. Sin embargo, en ausencia de
estas acciones, las repercusiones en el empleo y en el ingreso de
los trabajadores y sus familias, seguramente serían mucho
más graves y profundas.
Más temprano que tarde, la recuperación
vendrá. Y entonces, nos tendremos que concentrar en la agenda
de competitividad y en sacar adelante las reformas estructurales
pendientes, para promover inversiones y generar más empleos.
Señoras y señores:
Hoy es el Día Mundial contra el Trabajo
Infantil. En la medida en que el mercado ofrezca oportunidades de
empleo y desarrollo para los adultos, es decir, para los padres
y madres de familia, menor será la probabilidad de que niñas
y niños dejen las aulas y se vean forzados a trabajar y,
en el extremo, sean objeto de explotación.
Contra el trabajo infantil, siempre será
mejor combatir sus causas que los efectos que produce. Ello tiene
que ver con la igualdad de oportunidades y el desarrollo armónico
de la persona.
Peor aun que la crisis económica es la crisis
de valores y de confianza.
No abandonemos, por la coyuntura, el valor que
representa el Trabajo Decente en el mundo laboral.
Hagamos de la conciliación la base del entendimiento
entre el sector obrero y el empresarial, y privilegiemos, en estos
momentos, la fuente de trabajo, el poder adquisitivo de los trabajadores
y la paz laboral.
Que la legalidad sea el piso y el techo dentro
del cual crezca la productividad en las relaciones laborales para
generar más riqueza y repartirla de manera equitativa.
Que sea el empleo causa y motivo; que sea el centro
sobre el que graviten todas nuestras acciones, decisiones y políticas
públicas en materia económica.
Y que el diálogo social sea, hoy y siempre,
el espacio común del tripartismo. El punto de unión
donde confluyan y armonicen los talentos, capacidades e intereses
de trabajadores, de empleadores y de nuestros gobiernos.
México está presente.
Por su atención, muchas gracias. |