Con
su permiso Señor Presidente, buenas tardes a todos.
Hoy
estamos en presencia de algo que trasciende a un mero acto oficial.
Hoy somos testigos de cómo, a sólo 45 días
del nuevo gobierno, se cumple con una de las más sentidas
promesas de campaña del hoy Presidente de la República,
Felipe Calderón.
En
efecto. El Señor Presidente ofreció un programa en
el cual los jóvenes de nuestro país pudieran acceder
a su primer empleo a partir del subsidio que, desde el Gobierno
Federal, se otorgara a sus futuros patrones para, así, facilitar
su entrada al mercado laboral.
Pero
el significado de este acto va, incluso, más allá.
Se trata del planteamiento de una iniciativa audaz, imaginativa
y socialmente responsable. Es un programa que orienta el escaso
presupuesto federal hacia fines productivos y con una clara intención
de avanzar en la necesaria justicia social.
Es
así que este programa de primer empleo privilegia, desde
luego, al empleo formal; al trabajo digno; al trabajo permanente
y a la ocupación con la previsión y seguridad social
requerida. Es un empleo permanente que, además, se vincula
con la capacitación y el adiestramiento para el trabajo.
Con
todo, este programa que, orgullosamente, lanzamos aquí y
ahora, no será suficiente para atender la gran demanda de
nuevas plazas de trabajo que, año con año, arroja
nuestro mercado laboral. Es por ello que mucho me complace la presencia
de tan distinguidos representantes de los sectores obrero y patronal
en este acto. Su sola asistencia da cuenta del compromiso que comparten
con nosotros respecto del presente y futuro del empleo en México.
No
en balde nuestra Constitución y la legislación federal
del trabajo prevén la integración tripartita en las
principales instituciones que se vinculan al trabajo y la seguridad
y previsión social. Ello habla, pues, de un claro sentido
de corresponsabilidad entre el gobierno y los factores de la producción,
señaladamente, del capital y del trabajo.
En
consecuencia, no basta con la intervención, conducción
y compromiso del gobierno federal en esta cruzada por el empleo.
Se requiere de la participación decidida y comprometida de
todos quienes, desde el sector patronal y desde el sector obrero,
tienen algo que decir y, sobre todo, algo que decidir.
A
todos, pues, nos corresponde generar una economía cada vez
más creciente y competitiva para atraer las inversiones que
tanto requerimos y que, en consecuencia, se traducirán en
más y mejores empleos.
A
todos nos toca modernizar las relaciones laborales para hacer de
éstas un vehículo eficaz y no más un obstáculo
para la instalación y permanencia de nuevas industrias y
negocios.
Increíble
e inadmisible es que nuestros jóvenes, al salir ilusionados
y esperanzados de sus estudios técnicos o profesionales,
se topen con la pared del desempleo. Algo está fallando en
la vinculación entre la educación y el aparato productivo
que mantiene a muchos aspirantes de primer ingreso al mundo laboral
en una eterna banca.
Quiero
aprovechar, en ese contexto, Señor Presidente, la oportunidad
para informarle que, en estos primeros 45 días de gobierno,
he encontrado en los liderazgos obreros y patronales aquí
representados, una clara disposición para procesar un diagnóstico
común de nuestra realidad laboral y para que, en consecuencia,
avancemos hacia las reformas que precisa nuestro país en
pro de la competitividad de la economía y del bienestar de
las familias de nuestros trabajadores.
Ellos
mismos, estos liderazgos, me han pedido, en los muchos encuentros
y pláticas que hemos sostenido, que se lo comunique a usted,
Señor Presidente. Ellos saben bien que no podemos ni debemos
continuar en un régimen legal que muestra signos de obsolescencia
y que propicia la simulación.
Todos
ellos son conscientes, también, de la impostergable necesidad
de garantizar la viabilidad financiera de nuestras instituciones
de seguridad social.
Saben
ellos que México no está aislado. Que competimos en
el mundo por atraer capitales y tecnología. Y que sólo
estaremos en condiciones de ganar en esa feroz competencia si somos
capaces de adecuarnos a los nuevos tiempos de la competitividad
y de la productividad.
No
se trata, empero, de renunciar a los derechos y conquistas que tanto
esfuerzo y sacrificio han significado en nuestra historia moderna.
De hecho, una y otra vez he insistido en la instrucción que
usted me ha dado, Señor Presidente, de defender, respetar
y garantizar la contratación colectiva, la autonomía
sindical y el derecho de huelga, como elementos esenciales para
el equilibrio entre los factores de la producción.
Pero
de lo que si se trata es de apostar, cada vez más, por una
mayor productividad a la luz de la realidad de cada empresa y de
cada mercado. La productividad puede y debe convertirse, así,
en el círculo virtuoso que premie, con un mayor nivel de
ingreso, el desempeño individual y colectivo dentro de la
creciente competencia económica.
Saben
bien quienes dirigen el movimiento obrero que no hay peor condición
laboral que el no tener trabajo y que no hay sindicato o central
más débil que aquella que no tiene trabajadores que
tutelar.
Y
saben bien los patrones que, por más capital que inviertan,
si no tienen una mano de obra capaz, calificada, no podrán
competir en el mercado global.
Por
eso es que se necesitan unos a otros. Y por ello es que, desde el
gobierno federal, seguiremos apoyándolos como promotores
de la inversión, de la capacitación y del empleo;
como conciliadores en las revisiones y conflictos laborales, y como
autoridad vigilante del cumplimiento de la legislación en
la materia, particularmente por lo que hace a la seguridad, la higiene
y la dignidad en el trabajo.
Señor
Presidente:
Bien
ha dicho usted que la pobreza se combate con el empleo. Quiero decirle
que es un orgullo estar con usted y acompañarlo en su gobierno
y en el lanzamiento de este programa. Sé bien del sincero
compromiso que usted tiene con la paz laboral, con el equilibrio
entre los factores de la producción y con la justicia social.
Sé
bien de su intención de facilitar el encuentro entre quienes
buscan un empleo y quienes ofrecen una plaza de trabajo. A ello
nos abocaremos para ofrecer, próximamente, un mecanismo nacional
e integral que permita este vínculo laboral.
Por
lo pronto, y en el ámbito de nuestra responsabilidad, habremos
de impulsar con todo entusiasmo, con toda la pasión que se
requiere, y con la sensibilidad social que el caso amerita, este
programa del primer empleo, pues articula, en sí mismo, la
punta de lanza de esa noble y enérgica cruzada que usted
mismo encabeza, Señor Presidente.
Ya
estamos en el camino. Por México, esto y más, mucho
más, habremos de emprender y de conseguir. Ya lo verán.
Felicidades
a todos.
Muchas
gracias por su atención.
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