Discursos / Marzo 2007

 

15 de enero


Residencia Oficial de Los Pinos

Discurso de Javier Lozano Alarcón, Secretario del Trabajo y Previsión Social, con motivo de la presentación del Programa del Primer Empleo

Con su permiso Señor Presidente, buenas tardes a todos.

Hoy estamos en presencia de algo que trasciende a un mero acto oficial. Hoy somos testigos de cómo, a sólo 45 días del nuevo gobierno, se cumple con una de las más sentidas promesas de campaña del hoy Presidente de la República, Felipe Calderón.

En efecto. El Señor Presidente ofreció un programa en el cual los jóvenes de nuestro país pudieran acceder a su primer empleo a partir del subsidio que, desde el Gobierno Federal, se otorgara a sus futuros patrones para, así, facilitar su entrada al mercado laboral.

Pero el significado de este acto va, incluso, más allá. Se trata del planteamiento de una iniciativa audaz, imaginativa y socialmente responsable. Es un programa que orienta el escaso presupuesto federal hacia fines productivos y con una clara intención de avanzar en la necesaria justicia social.

Es así que este programa de primer empleo privilegia, desde luego, al empleo formal; al trabajo digno; al trabajo permanente y a la ocupación con la previsión y seguridad social requerida. Es un empleo permanente que, además, se vincula con la capacitación y el adiestramiento para el trabajo.

Con todo, este programa que, orgullosamente, lanzamos aquí y ahora, no será suficiente para atender la gran demanda de nuevas plazas de trabajo que, año con año, arroja nuestro mercado laboral. Es por ello que mucho me complace la presencia de tan distinguidos representantes de los sectores obrero y patronal en este acto. Su sola asistencia da cuenta del compromiso que comparten con nosotros respecto del presente y futuro del empleo en México.

No en balde nuestra Constitución y la legislación federal del trabajo prevén la integración tripartita en las principales instituciones que se vinculan al trabajo y la seguridad y previsión social. Ello habla, pues, de un claro sentido de corresponsabilidad entre el gobierno y los factores de la producción, señaladamente, del capital y del trabajo.

En consecuencia, no basta con la intervención, conducción y compromiso del gobierno federal en esta cruzada por el empleo. Se requiere de la participación decidida y comprometida de todos quienes, desde el sector patronal y desde el sector obrero, tienen algo que decir y, sobre todo, algo que decidir.

A todos, pues, nos corresponde generar una economía cada vez más creciente y competitiva para atraer las inversiones que tanto requerimos y que, en consecuencia, se traducirán en más y mejores empleos.

A todos nos toca modernizar las relaciones laborales para hacer de éstas un vehículo eficaz y no más un obstáculo para la instalación y permanencia de nuevas industrias y negocios.

Increíble e inadmisible es que nuestros jóvenes, al salir ilusionados y esperanzados de sus estudios técnicos o profesionales, se topen con la pared del desempleo. Algo está fallando en la vinculación entre la educación y el aparato productivo que mantiene a muchos aspirantes de primer ingreso al mundo laboral en una eterna banca.

Quiero aprovechar, en ese contexto, Señor Presidente, la oportunidad para informarle que, en estos primeros 45 días de gobierno, he encontrado en los liderazgos obreros y patronales aquí representados, una clara disposición para procesar un diagnóstico común de nuestra realidad laboral y para que, en consecuencia, avancemos hacia las reformas que precisa nuestro país en pro de la competitividad de la economía y del bienestar de las familias de nuestros trabajadores.

Ellos mismos, estos liderazgos, me han pedido, en los muchos encuentros y pláticas que hemos sostenido, que se lo comunique a usted, Señor Presidente. Ellos saben bien que no podemos ni debemos continuar en un régimen legal que muestra signos de obsolescencia y que propicia la simulación.

Todos ellos son conscientes, también, de la impostergable necesidad de garantizar la viabilidad financiera de nuestras instituciones de seguridad social.

Saben ellos que México no está aislado. Que competimos en el mundo por atraer capitales y tecnología. Y que sólo estaremos en condiciones de ganar en esa feroz competencia si somos capaces de adecuarnos a los nuevos tiempos de la competitividad y de la productividad.

No se trata, empero, de renunciar a los derechos y conquistas que tanto esfuerzo y sacrificio han significado en nuestra historia moderna. De hecho, una y otra vez he insistido en la instrucción que usted me ha dado, Señor Presidente, de defender, respetar y garantizar la contratación colectiva, la autonomía sindical y el derecho de huelga, como elementos esenciales para el equilibrio entre los factores de la producción.

Pero de lo que si se trata es de apostar, cada vez más, por una mayor productividad a la luz de la realidad de cada empresa y de cada mercado. La productividad puede y debe convertirse, así, en el círculo virtuoso que premie, con un mayor nivel de ingreso, el desempeño individual y colectivo dentro de la creciente competencia económica.

Saben bien quienes dirigen el movimiento obrero que no hay peor condición laboral que el no tener trabajo y que no hay sindicato o central más débil que aquella que no tiene trabajadores que tutelar.

Y saben bien los patrones que, por más capital que inviertan, si no tienen una mano de obra capaz, calificada, no podrán competir en el mercado global.

Por eso es que se necesitan unos a otros. Y por ello es que, desde el gobierno federal, seguiremos apoyándolos como promotores de la inversión, de la capacitación y del empleo; como conciliadores en las revisiones y conflictos laborales, y como autoridad vigilante del cumplimiento de la legislación en la materia, particularmente por lo que hace a la seguridad, la higiene y la dignidad en el trabajo.

Señor Presidente:

Bien ha dicho usted que la pobreza se combate con el empleo. Quiero decirle que es un orgullo estar con usted y acompañarlo en su gobierno y en el lanzamiento de este programa. Sé bien del sincero compromiso que usted tiene con la paz laboral, con el equilibrio entre los factores de la producción y con la justicia social.

Sé bien de su intención de facilitar el encuentro entre quienes buscan un empleo y quienes ofrecen una plaza de trabajo. A ello nos abocaremos para ofrecer, próximamente, un mecanismo nacional e integral que permita este vínculo laboral.

Por lo pronto, y en el ámbito de nuestra responsabilidad, habremos de impulsar con todo entusiasmo, con toda la pasión que se requiere, y con la sensibilidad social que el caso amerita, este programa del primer empleo, pues articula, en sí mismo, la punta de lanza de esa noble y enérgica cruzada que usted mismo encabeza, Señor Presidente.

Ya estamos en el camino. Por México, esto y más, mucho más, habremos de emprender y de conseguir. Ya lo verán.

Felicidades a todos.

Muchas gracias por su atención.