Muy
buenas tardes.
Hace 100 años, miles de trabajadores de la industria textil
en esta región se rebelaron contra la explotación
y el trato inhumano del que eran objeto, y estallaron una huelga
que a muchos les costó la vida. Esos mártires murieron
por una causa justa y a manos de un gobierno represor. ¡Vaya
paradoja!
Hoy, aquí, conmemoramos esa hombrada pero no como una fecha
cívica más en el calendario. Lo hacemos porque la
memoria no debe borrar nunca ese episodio de nuestra conciencia
colectiva.
***
Muy apreciado señor Gobernador del Estado de Veracruz, Fidel
Herrera Beltrán.
Señor Presidente Municipal de Río Blanco, don Víctor
Padilla López.
Estimado Secretario General de la Confederación Revolucionaria
de Obreros y Campesinos (la CROC) don Isaías González.
Apreciable Secretario General del Sindicato Azucarero, don Enrique
Ramos,
Querido paisano, don Ignacio Cuauhtémoc Paleta, dirigente
de la CROM.
Muy distinguido Presidente de Coparmex, don Ricardo González
Sada.
Amigos todos.
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Acudo orgullosamente a esta importante ceremonia con la representación
del Presidente de la República, licenciado Felipe Calderón
Hinojosa.
El señor Presidente me ha pedido que les transmita a todos
ustedes, y en especial a usted, señor Gobernador, su respetuoso
saludo y sus mejores deseos de salud y prosperidad para este nuevo
año.
Sabe el Presidente Calderón de la relevancia que tiene para
los mexicanos esta fecha. Sabe bien lo mucho que significó
para los trabajadores caídos y para sus familias el movimiento
obrero de Río Blanco. Y por eso expresa el Presidente a los
descendientes de esos trabajadores, que hoy nos acompañan,
su abrazo solidario.
Junto con la huelga de Cananea y de otras más, la gesta de
Río Blanco fue causa fiel del movimiento revolucionario,
y sirvió para cimbrar conciencias y para que nuestro país
tomara el rumbo de la justicia social y de la libertad.
Muchas cosas han cambiado en nuestro país desde aquel 7 de
enero de 1907. Una nueva Constitución Política, nuevas
leyes y nuevas instituciones, y una sociedad más informada
y demandante nos han permitido caminar, no sin dificultades e insuficiencias,
por esa senda del desarrollo social.
Cierto, estamos mejor que hace 100 años pero hoy existen
muchas razones para sentirnos orgullosos de nuestros antepasados
y de nuestra historia; de nuestro esfuerzo colectivo y de nuestra
riquísima cultura.
Pero también es cierto que aún falta mucho por hacer
para podernos sentir satisfechos y con la conciencia plenamente
tranquila. Es largo aún el trecho por recorrer para poder
afirmar que hemos alcanzado la justicia social tan anhelada.
Y en esa tarea, en la más noble de todas, la de combatir
la pobreza e igualar las oportunidades de nuestros niños,
jóvenes, adultos mayores, madres solteras y discapacitados,
todos, absolutamente todos tenemos algo que aportar y algo que hacer.
Y hay que hacerlo, como decía Isaías González,
a partir de un diálogo nacional de los factores de producción
y de las autoridades.
***
Hoy es inconcebible pensar en que podemos combatir la pobreza y
vivir mejor si no tenemos un trabajo digno. No tendremos trabajos
para todos mientras nuestra economía no crezca para satisfacer
la demanda de nuevas plazas de empleo, y esa economía no
va a crecer si no somos capaces de atraer más y mejores inversiones
a nuestro país.
Ahí es donde está el verdadero reto. Las inversiones
y los empleos no llegaran como queremos mientras no elevemos los
niveles de competitividad de nuestra economía.
Y esto tiene que ver con los precios de los energéticos;
con la infraestructura de comunicaciones y transportes; con el verdadero
combate a la pobreza, particularmente en los ámbitos de procuración
e impartición de justicia; con la desregulación burocrática;
con la competencia efectiva en sectores prioritarios; con librar
una verdadera batalla contra la piratería y el contrabando;
y con que se premie en un régimen tributario al que pague
impuestos, al que genere empleos y que se castigue, severamente,
al evasor y a quien encuentra resquicios y privilegios en la propia
ley para salirse con la suya.
***
En este contexto todos nosotros debemos abordar una nueva cultura
laboral en la que nos comprometamos a respetar y a hacer respetar
la letra y el espíritu del Artículo 123 Constitucional,
que es columna vertebral de los derechos sociales y de los derechos
laborales, y que la sangre derramada aquí, hace 100 años,
no haya sido en balde.
El trabajo en México debe partir del respeto a la dignidad
humana del trabajador de la ciudad y del campo; debe lograr un auténtico
equilibrio entre obreros y patrones; debe buscar siempre la justicia
social y la paz laboral para erradicar de una vez por todas, toda
forma de discriminación.
El trabajo debe privilegiar la capacitación y el adiestramiento
del trabajador y de quien aspira a serlo; debe ser intolerante con
la explotación y el abuso infantil; debe buscar la equidad
de género y, muy particularmente, debe exigir condiciones
efectivas de seguridad e higiene en los centros de trabajo.
Qué paradoja, Ricardo Flores Magón tuvo que salir
de este país, por su forma de pensar y de escribir, y hoy
nuestros paisanos tienen que salir de México a buscar oportunidades
de empleo que nosotros no somos capaces de brindarles en nuestra
propia tierra.
***
Por eso, lo que tenemos que lograr es que en lugar de que la mano
de obra se vaya a donde esta el capital, sea el capital el que venga
donde está la mano de obra, para así no desmembrar
a nuestras familias y darles oportunidades de empleo a todos aquí
en México.
Por eso y por muchas razones más es que la política
laboral del Presidente Felipe Calderón habrá de basarse
en la oferta de condiciones óptimas para la inversión
y el empleo; en el pleno respeto a los grandes derechos colectivos
de los trabajadores para asegurar el equilibrio entre los factores
de la producción, señaladamente la libertad y la autonomía
sindical; la contratación colectiva y el derecho de huelga.
Pero, de igual manera, la política laboral debe asegurar
condiciones de seguridad jurídica para quien invierte y genere
empleos en nuestro país.
Esta política laboral del Presidente Felipe Calderón
apunta siempre hacia la creación de trabajo formal, bien
remunerado, con prestaciones, con previsión y con seguridad
social, y para ello facilitaremos la oferta y la demanda que se
encuentren y que tengan un objetivo común, que es más
y mejor trabajo; será una política laboral intransigente
contra quienes violen la normatividad en materia de seguridad e
higiene. Y será, pues, una política que promueva y
exija la debida capacitación de todos los trabajadores.
***
Tengamos, pues, la madurez y el honesto sentido de responsabilidad
para reconocer que ha llegado el tiempo de emprender las reformas
y las acciones que nos lleven a modernizar nuestra economía,
nuestra competitividad y nuestras relaciones laborales, sin que
ello signifique de ninguna manera claudicar o renunciar a los derechos
y conquistas laborales que con tanto esfuerzo y hasta con sangre
se fueron ganando en estos últimos 100 años.
Encuentro en las centrales obreras, y señaladamente en la
CROC, que bien dirige nuestro amigo Isaías González,
o en sindicatos como el azucarero, que también encabeza nuestro
amigo Enrique Ramos, y en la CROM, que encabeza Ignacio Cuauhtémoc
Paleta, una visión cada vez más moderna de entender
el contexto global en el que México está inmerso;
de apreciar la imperiosa necesidad de avanzar en la revisión
de la ley, de los contratos-ley, de los contratos colectivos, y
hasta la revisión de sus propios estatutos para avanzar hacia
una mayor democratización y transparencia con y para sus
propios trabajadores.
Y veo en la Confederación Patronal, que dignamente encabeza
Ricardo González Sada, un claro sentido ético de las
relaciones laborales y una conciencia responsable de la impostergable
exigencia de avanzar mucho más aprisa hacia la justicia social
que tanto anhelamos.
Vamos a privilegiar, pues, el verdadero sentido de la productividad
en las relaciones laborales sobre el chantaje y sobre la ruptura.
Hagamos de la negociación seria y madura el instrumento que
nos permita encontrar las fórmulas en las que todos salgamos
ganando, que el ingreso del trabajador no descanse sólo en
el salario y en sus prestaciones sino, cada vez más con más
precisión, en las fórmulas de productividad que premien
su desempeño con más dinero para sus bolsillos.
En una palabra, nuestra propuesta es que dejemos de ver las relaciones
laborales como un juego de vencidas, para que, por fin, trabajadores
y patrones se conviertan en verdaderos asociados para fines comunes.
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Señor Gobernador, amigas y amigos:
Sirvan estas breves reflexiones para refrendar el compromiso del
Presidente de la República, Felipe Calderón, con el
trabajo digno, con el respeto a la autonomía sindical y con
la escrupulosa aplicación de la ley.
La Secretaría del Trabajo y Previsión Social a mi
cargo estará atenta y sabrá actuar como promotora
y gestora de la inversión y del empleo; como amigable componedora
en las negociaciones contractuales y salariales y, que no quepa
duda, como autoridad firme al momento de aplicar la ley.
Tenemos una oportunidad histórica. No la desperdiciemos.
Heredemos a las próximas generaciones un México más
próspero y más justo. Un México donde el trabajo
dignifique y enriquezca el patrimonio de cada uno según su
propio esfuerzo. Un México, en fin, como el que los mártires
de Río Blanco soñaron.
Mi respeto para todos ustedes.
Muchas gracias.
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