Me
da mucho gusto saludarlos.
Es
un honor acompañarlos en este festejo de los primeros 40
años de vida del Sindicato Nacional de los Trabajadores del
Instituto Mexicano del Petróleo.
Sé
bien, como lo ha dicho nuestro Secretario General, Felipe Navarrete,
y también Juan Arturo, encargado del despacho de la Dirección
General, de la importancia que para todos ustedes, para la vida
de nuestro país, representa esto que es más que un
festejo. Es una buena oportunidad para hacer algunas reflexiones,
algunos comentarios. Estoy convencido de que nos van a ser útiles
en estos momentos.
En
primer término quiero expresar a nombre del Presidente de
la República, Felipe Calderón Hinojosa, su saludo,
el respeto al sindicato, al Instituto Mexicano del Petróleo,
a todos ustedes, a los trabajadores, a sus familias por haber llegado
a este momento. Vengo con su representación. Me siento muy
halagado también de ello y me siento también muy honrado
de presumir extramuros, no solamente en este auditorio, sino más
allá de estas cuatro paredes, lo importante que es para México
tener organismos y tener sindicatos como lo es el Instituto Mexicano
del Petróleo y el Sindicato Nacional de los Trabajadores
de de dicho Instituto.
Se
dice fácil, pero no se consigue fácil. Encabezar un
organismo del Estado Mexicano que, con mucho esfuerzo, debió
librar una transición del apartado B, como trabajadores al
servicio del Estado, para arribar a los derechos colectivos que
reconocen y se establecen en el apartado A del Artículo 123
Constitucional. Fue un logro que después muchos otros siguieron,
pero fue un muy buen punto de partida, fue un muy buen ejemplo a
seguir.
Pero
lo es, sobre todo, porque están en ese apartado A y no obstante
que, como aquí se ha comentado, les asisten los grandes derechos
colectivos que permiten dar equilibrio a los factores de la producción,
es decir los equilibrios entre el capital y el trabajo, que son
señaladamente la contratación colectiva, la autonomía
sindical y el derecho de huelga.
No
obstante que tienen todos esos instrumentos a su alcance, han privilegiado
entre la directiva y el sindicato el diálogo. Y lo han hecho
además de una forma que, como bien decía el encargado
de la Dirección General del Instituto, lo han hecho a partir
de dejar atrás su condición de enemigos para convertirse
en auténticos aliados. Esa es una fórmula inteligente
de hacer las cosas, es una forma inteligente de enfrentar un reto
común.
Y no hay peor condición laboral, lo he dicho en otras ocasiones,
que no tener trabajo. No hay sindicato más débil que
el que no tiene trabajadores qué tutelar, más no hay
organismo que se precie de serlo, dignamente, si no tiene capital
de trabajo, mano de obra calificada y comprometida.
Lo
que han sabido hacer en esta ceremonia, junto con nosotros, es privilegiar
eso, el diálogo, el respeto y un diagnóstico común
con un objetivo común: mantenernos como aliados y como socios,
ser como compañeros en una batalla. Y entonces por eso hablan
de modernizar su contrato colectivo, no amagan con la huelga, saben
que les asiste el derecho de huelga. Además son respaldados
por esas grandes conquistas sindicales que están plasmadas
en el Artículo 123 constitucional y que, dicho sea también
de paso, el Presidente de la República y un servidor, como
Secretario del Trabajo, nos comprometemos a respetar a cabalidad,
no solamente a respetar, sino hacer respetar, a garantizar su aplicación
cabal.
Muy
lejos de utilizar esos instrumentos que son indispensables para
los factores de la producción, como es el derecho a huelga,
o la autonomía sindical o la contratación colectiva,
los ponen por delante para modernizar sus relaciones laborales.
Y entonces tenemos un organismo público que hoy presume,
con toda justicia, de no recibir presupuesto de la Federación,
sino de vivir con sus propios recursos.
Y además, hacerlo en condiciones de competencia, a veces
de manera inequitativa, a un organismo que se divide en cuatro organismos,
porque no es fácil servir a una empresa que se divide en
cinco organismos, y lo tienen que hacer con la misma lealtad, con
el mismo sentido de responsabilidad, con la misma inteligencia,
con el mismo sentido de oportunidad, a sabiendas de que Petróleos
Mexicanos, desafortunadamente, como bien se dice en el diagnóstico
que presentó Felipe, tiene que dejar de invertir muchos de
estos recursos para satisfacer la hacienda pública. Esa es
una realidad.
En
este contexto es que ellos han salido a enfrentar a la competencia
y lo han sabido hacer exitosamente. Decía también
Felipe algo en lo que coincido absolutamente, decía que necesitamos
una visión auténticamente de Estado para la ciencia
y la tecnología, quién no puede estar más de
acuerdo con nuestro Secretario General.
Claramente
estamos viviendo ahora en la llamada sociedad de la información
y del conocimiento. Es una nueva era, así como existió
la sociedad industrial, hoy tenemos esta nueva época que
la vive no solamente nuestro país, que dicho sea de paso,
estamos inmersos en un contexto global, y en ese contexto global
donde México está compitiendo, tenemos que adecuarnos
a los tiempos de la sociedad del conocimiento.
La
ciencia y la tecnología son los instrumentos, por antonomasia,
para poder adentrarnos a ese nuevo reto. Nuestros jóvenes
que están ingresando a las universidades y a los institutos
tecnológicos, no solamente van a salir a enfrentar una feroz
competencia en el mercado laboral de nuestro país. Hoy estamos
viendo que ese mercado laboral se ha ensanchado como tantos otros
mercados en los que estamos compitiendo.
Por
eso es tan importante la vinculación entre la educación
superior y la educación tecnológica con el aparato
productivo, para no seguir generando frustraciones en nuestros egresados
de las instituciones de educación superior que no encuentran
trabajo; que se les dijo una y otra vez que si se dedicaban a estudiar,
a cumplir, a hacer sus tareas, a cumplir con sus asignaturas, con
sus créditos, a levantarse temprano, al cabo de esas largas
jornadas encontrarían el trabajo que tanto estaban anhelando.
Lo
que pasa es que cuando llega la realidad no necesariamente se encuentran
con esa fuente de empleo. Lo que nos está pasando es esa
desconexión entre la educación y el aparato productivo.
Pero también es cierto que hoy, lo que nos están pidiendo
en los distintos centros de trabajo es gente cada vez más
capacitada, cada vez más preparada, que no basta con la educación
tradicional, que nos están pidiendo que vayamos más
allá incluso de las tecnologías de la información,
de las comunicaciones, de los idiomas.

Sin
embargo, caemos en círculos viciosos. Hace un momento se
comentaba aquí de las televisoras. Efectivamente, el 94%
de los hogares en este país que tienen energía eléctrica,
pues también tienen acceso a la televisión. Una persona
pasa en promedio cuatro horas y media al día ante una pantalla
de televisión.
Tenemos
que aspirar a que nuestros hijos, a que nuestros jóvenes,
a que nuestros trabajadores y sus familias también vean otra
pantalla, una pantalla de computadora que tenga acceso a Internet
y a la banda ancha, que tenga acceso a esa sociedad del conocimiento.
Es un reto muy grande, porque como bien dice la CEPAL, existen cuatro
tipos de acceso a la sociedad del conocimiento, y uno de ellos,
el acceso físico, consiste en la infraestructura, que nos
falta. Pero hay otra vía, el acceso cultural, que no lo tenemos
suficientemente desarrollado, porque no hay un conocimiento pleno
del uso de estas herramientas, de estos instrumentos de la modernidad
y de la sociedad de la información.
Pero
hay otro más grande, el acceso económico, porque no
cualquier persona se puede dar el lujo de tener una computadora
y entrar a la banda ancha en Internet. Pero esos son los verdaderos
retos, y cuando uno mira lo que está ocurriendo en otros
países del mundo, nos damos cuenta porqué están
teniendo éxito, y es porque están haciendo la tarea.
Hace
un momento se hablaba, con toda razón, de que necesitamos
preservar el poder adquisitivo del dinero. Claro que sí,
pero antes de eso debemos preservar las fuentes de empleo porque,
insisto, no hay peor condición laboral que no tener trabajo.
Pero teniendo trabajo lo que debemos exigirnos a todos nosotros,
exigirnos como gobierno y como sociedad, es fortalecer la formalidad
laboral.
Porque
en la formalidad no sólo se pagan impuestos. La formalidad
significa también tener acceso a la seguridad social, a la
previsión social. Con empleo digno tenemos la capacidad de
acceder a la capacitación para el trabajo, en el trabajo,
y en esa virtud poder crecer dentro del escalafón laboral
conforme a nuestros propios méritos.
Hacer
la tarea también significa darle seguridad jurídica
al inversionista, no solamente garantizar, como ya lo hemos dicho,
los derechos individuales y colectivos de los trabajadores. Y eso,
por supuesto que lo haremos y, además, con un gran orgullo.
Pero
también tenemos que ser enfáticos en darle seguridad
jurídica a quien viene a invertir en México. Si va
a poner sus centavos en este país hay que saberle garantizar
que no habrá cambios de reglas en el juego, ni árbitros
corruptos, ni arbitrariedades en el campo. Porque solamente con
inversiones seguras y de largo plazo se van a generar todos los
empleos que necesitamos y los empleos bien remunerados, con capacitación,
con dignidad en el trabajo, con equidad de género, erradicando
la discriminación en todas sus formas, evitando la explotación
y el abuso que significa el trabajo infantil, las adicciones y tantos
otros pesares.
Hago
esta reflexión quizás en el lugar equivocado, porque
precisamente ustedes, precisamente ustedes, se caracterizan por
lo contrario, por ser un Instituto que ha sabido erradicar esos
males y que ha privilegiado el diálogo en las relaciones
laborales, la productividad en sus procesos, la capacitación
para sus trabajadores y la tecnología como punta de lanza.
Pero
lo hago con toda intención también y para que no perdamos
capacidad de asombro, para generar una conciencia colectiva, para
que no solamente nos sintamos satisfechos con el lugar que cada
uno de nosotros ocupa en este mosaico, sino para que le entremos,
entre todos, en un sentido de corresponsabilidad, en los tres grandes
ejes que, de una manera más que valiente, está encabezando
el Presidente de la República: combate a la pobreza, generación
de empleo y combate a la inseguridad.
Lo
está haciendo de una manera vertical y comprometida, tal
como puede ser constatado ante las expresiones públicas recientes,
que con legitimidad y con razón nos piden ser sensibles ante
los reclamos, para que se tenga un trabajo digno con un salario
que alcance; nos ha pedido el Presidente Calderón a sus colaboradores
ser muy sensibles a esos reclamos, estar muy cerca de esas organizaciones
que demandan mejores condiciones, atenderlas, trabajar juntos, encontrar
los caminos y las fórmulas que no solamente nos permitan
salir del paso, sino que, nos permitan hacerlo con sustentabilidad,
viendo por las próximas generaciones.
No
se vale solamente pensar en el aquí y el ahora, tenemos que
pensar por nuestros hijos y por las generaciones que les van a suceder.
Estamos viendo cómo cambia hasta el clima mundial, estamos
viendo los retos que vamos a enfrentar como humanidad, ya no solamente
como sociedad en nuestro país.
Con
esta reflexión a la que los estoy invitando, no implica que
nos vamos a olvidar de lo mínimo indispensable de lo que
tenemos aquí y ahora. Quiero decirles a todos ustedes que,
desde luego, reiteramos el compromiso con el equilibrio de los factores
de la producción, con la paz laboral, con la justicia social,
pero también que el sector laboral en nuestro país
debe dar ese paso hacia delante que, sin menoscabo de los derechos
fundamentales de los trabajadores, de sus familias y de la contratación
colectiva, sin menoscabo de todo ello, apostemos por una mayor competitividad
como economía y una mayor productividad en el trabajo. A
mayor trabajo y a mayor esfuerzo claramente debe corresponder un
mayor ingreso.
Pero
no será por decreto como vamos a resolver nuestras diferencias,
eso sería engañar a la gente. Por decreto no se resuelven
los problemas, sólo se resuelven con trabajo, y hablando
de frente y con la verdad.

A
eso vine, a felicitarlos por lo que significa el Instituto Mexicano
del Petróleo para la ciencia y la tecnología, el conocimiento,
la producción, la exploración, la refinación,
los derivados, todo lo que tiene que ver con el petróleo
y nuestros hidrocarburos, recursos de todos los mexicanos y que
tenemos que saber aprovechar y distribuir de manera más equitativa.
Vine
a felicitar al Sindicato en sus cuarenta primeros años por
este sentido de corresponsabilidad, por este sentido de solidaridad
con su trabajo, con sus familias y con el futuro de un sector.
Y
a decirles que, de parte del Presidente de México, Felipe
Calderón, quien por cierto fue Secretario de Energía
y tuvo la ocasión de estar cerca de este Instituto, así
como su servidor cuando fui Contralor General de PEMEX en el año
de 1994, muy pocas semanas, pero pude darme cuenta de lo mucho que
significa y representa el IMP, no solamente para el petróleo
en México, sino para la vida económica y social del
país.
Muchas
gracias |